El día que llegamos a Granada, hacía
un calor de mil demonios y como ya era el último día de la Semana
Santa, pensábamos que habría una cantidad ingente de sitios en los
hostales. Que equivocados estábamos, estuvimos dando vueltas y yendo
de un sitio para otro durante casi dos horas y ya al fin nos dimos el
pequeño lujo de pillar un hostal con piscina (téngase en cuenta
como comentaba antes el intenso calor). En ese ir y venir de sitios,
nos encontramos de pura casualidad con Inma, una alicantina que
habíamos conocido en Roatán y que al igual que nosotros iba
dirección Sur.
Granada es quizás a día de hoy, el
lugar más turístico y popular de Nicaragua. Esta bella y apacible
ciudad colonial a orillas del inmenso Lago Nicaragua, fue fundada en
1524 por Hernández de Córdoba; el cuál le da el nombre a la unidad
monetaria del país, y se jacta de ser la ciudad conservadora del
país, en contraposición a León, con la que históricamente ha
tenido gran rivalidad por la supremacía política del país. Granada
es belleza de estilo colonial vaya uno por donde vaya, así que lo
mejor para visitarla es hacerse con un mapa, y patearse el centro de
cabo a rabo siempre con la cámara lista
Cabe destacar la preciosa vista
panorámica que se puede obtener de la ciudad desde lo alto de la
Iglesia de La Merced por su céntrica posición.
Como viajar consiste además de en
conocer en disfrutar, uno de los días de más calor,nos lo fuimos a
pasar enterito a la Laguna de Apoyo, que es el cráter de un antiguo
volcán relleno de agua, y que dicen, posee el agua más limpia del
país para bañarse
Hartos de tanto calor, encaminamos
nuestro rumbo al mismo centro del Lago Nicaragua; a la singular Isla
de Ometepe que tiene una forma como de 8 debido a que se formó por
la erupción de dos volcanes; el Concepción y el Maderas, uniéndose
las coladas de lava de ambas, y formando la isla, que siempre ha sido
un remanso de paz y tranquilidad dentro del país incluso en las
épocas más turbulentas de este.
En la isla de Ometepe conseguí llegar
a un acuerdo con Carlos, y nos quedamos en la Finca Ecológica “El
Zopilote”, un lugar casi por completo autosostenible regentado por
un italiano y sus dos hijos, un lugar ideal para hacer vida sana
(comida ecológica hecha a diario, clases de yoga gratuitas,espacios
de meditación,etc..). Aparte de poder conocer este proyecto, tuvimos
la suerte de coincidir con un grupo de gente super maja y muy
variopinto en cuánto a nacionalidades, razones que les habían
llevado allí, perspectiva de vida...la cosa es que al final hicimos
una gran familia los días que estuvimos allá, tanto fue así que un
día fuimos todos de excursión al volcán Maderas ( incluido el
perro de la finca, al que aquel día debían haberle echado alguna
sustancia afrodisíaca para comer en lugar de pienso pues intentó
montar a prácticamente todos los miembros del grupo) a cuya cima se
podía acceder andando desde la misma finca.
La subida aunque no es ni mucho tan
dura como la del otro volcán de la Isla, si requiere estar más o
menos en forma. Tras unas 3 horas de marcha, llegamos a la cima con la
motivación de quitarnos el calor de la subida dándonos un chapuzón
en el antiguo cráter del volcán, ahora relleno de agua. Pero la
frustración vino tan pronto dimo el primer paso para meternos, pues
la arenas es tan blandita en la orilla del lago, que uno
prácticamente se hunde hasta las rodillas...
A la vuelta hubo una escisión
accidental del grupo y además tomamos una ruta diferente con idea de
caer justo al Zopilote.
Tras varias horas de desconcierto y con
el Sol cayendo a pasos acelerados, conseguimos llegar a la finca de
un buen hombre que nos metió una puteada de la buena ya que según
él, todos los días algún pendejo se perdía y atravesaba su finca.
Al final el hombre fue bien buena honda, y hasta nos acompañó a la
finca que ya no quedaba lejos.
Por cierto, también en Ometepe nos
vimos con Emilio y Adelina, con quienes pasamos una agradable tarde
en unas piscinas “naturales” y muy populares entre locales y
visitantes llamadas “Ojo de Agua”.
Pasados unos días, decidimos retomar
la marcha y fuimos a San Juan del Sur, en la costa pacífica de
Nicaragua, en mi caso iba a suponer mi reencuentro con el Pacífico
14 meses después. San Juan del Sur es un sitio donde se respira
surf, vaya dónde uno vaya, siempre va a encontrar tiendas donde
alquilar material, donde tomar clases, donde tomar un transporte para
ir a una de las tantas playas a los alrededores ideales para la
práctica del mismo (no hay acceso en transporte público a muchas
playas pues los caminos están sin asfaltar),etc,ect...y claro, ya
que estábamos allí y que después iríamos a Costa Rica; donde
hacer surf iba a estar como al doble de precio, nos detuvimos unos
días con la idea de salir hechos unos “Kelly Slater” ;-) (a la
postre y por circunstancias varias no le dimos tanto como habíamos
previsto)
Uno de los días que nos dimos descanso
de surf, fuimos a Playa el Coco, una playa del Pacífico con aspecto
caribeño, sin duda una de las mejores en lo que llevamos de viaje,
una de estas playas típicas “Lonely Planet” ;-)
Tras prepararnos psicológicamente
varios días del palo económico que iba a ser cruzar a Costa Rica,
llegó el momento de partir, y así el 22 de Abril hacíamos una vez
más los macutos y reemprendíamos la marcha rumbo a lo desconocido,
pero siempre,siempre hacia el Sur...